El barrio de Miami donde se puede comer en los mismos restaurantes que están en Buenos Aires
A media distancia entre el popular Miami Beach y el exclusivo Bal Harbour, Wynwood es el lugar elegido por los gastronómicos argentinos
La Copa América no empezó, pero ya se juega en Miami, donde podría decirse que la selección es local. No solo porque ahí quedaron inauguradas las nuevas oficinas de la AFA, sino porque están ubicadas en Wynwood, el lugar elegido por los nuevos restaurantes y marcas argentinas que no paran de llegar a este rincón del sur de la Florida. Es el más argento de todos los barrios, el que tiene a Messi pintado en sus paredes y donde la milanesa, el “vos” y el mate se incorporan con naturalidad a las calles y tiendas más trendy. A media distancia entre el popular Miami Beach y el exclusivo Bal Harbour, pero del otro lado del puente que cruza la Bahía de Biscayne, el barrio vibra con el acento argentino.
Negroni, Niño Gordo, Bar Presidente, El Club de la Milanesa, Temple Bar, Mostaza y Piegari son solo algunos de los nombres que desembarcaron recientemente o están a punto de hacerlo en los próximos meses. La zona estuvo por años condenada al olvido, y empezó a resurgir hace una década con artistas callejeros que colonizaron los muros de las naves industriales. Luego, llegaron las galerías de arte, los estudios de diseño y los pequeños locales gastronómicos. Pero cuando todos creían que Wynwood estaba agotada, apareció la magia de Messi y la zona volvió a tener una segunda vida, ya con marcas identificadas ciento por ciento con la Argentina.
“Nuestra compañía creció junto con Wynwood. Los primeros locales que hicimos, hace ya seis años, marcaron el primer crecimiento del área y la verdad es que en este año hubo una explosión”, cuenta la argentina Victoria Cufre, fundadora junto con Agustina Fernández de Mico Design, estudio de arquitectura y diseño que estuvo a cargo, entre otros, del proyecto y ejecución de las oficinas de la AFA y de varios espacios gastronómicos de la zona. Si hubiera que trazar un paralelismo con algún barrio porteño, por historia y estética, las socias aseguran que ese sería el primer Palermo Soho.
El mural del capitán
“Al principio Wynwood era una apuesta, estaba fuera del circuito turístico más fuerte de Miami. Pero con el mural de Messi la gente empezó a venir hasta acá especialmente a sacarse fotos. Nunca había sucedido eso con ningún otro mural de la zona. Y eso fue un impacto que captó la atención de muchas empresas”, completa Cufre, y cuenta que todas las semanas recibe consultas de emprendedores de Buenos Aires y otras provincias que quieren poner un pie en Miami.
Las socias de Mico Design se encargan de todo: desde buscar una locación adecuada para ese negocio, hasta armar el proyecto de arquitectura, diseño e interiorismo. Es un servicio llave en mano.
Alberto Chinkies es el dueño del reconocido restaurante de cocina italiana Piegari, y confiesa que la intención de desembarcar en Wynwood no es nueva: “Hace unos tres años quisimos iniciar nuestras actividades acá, donde creemos que va a haber una movida muy importante. Esto fue antes de que se conociera la noticia de que Messi iba a jugar en Miami, pero su llegada potenció todo y nos va a ayudar muchísimo. Es un referente de la Argentina y quizá el más importante de todos –dice el empresario–. Un Piegari en Miami va a andar muy bien, primero porque nos conocen mucho, y segundo porque nos han pedido que estemos ahí no solo argentinos residentes sino turistas americanos que vinieron a Buenos Aires y se enamoraron de la gastronomía”. Chinkies anticipa que el local abrirá sus puertas en enero de 2024.
Vecino al local de Piegari, también inaugurará a principios de 2024 la exitosa parrilla asiática Niño Gordo, comandada por los cocineros millennials Pedro Peña y Germán Sitz. La idea, cuentan los socios, se viene gestando desde antes de la pandemia, aunque Peña confiesa que la llegada de Messi revolucionó todo, y que jamás imaginó un mejor escenario para la inauguración del restaurante. “Una cara visible como la de Messi va a poner a la gastronomía argentina en otro escalón. Yo soy cero fútbol, pero cada vez que vengo a Wynwood para seguir más de cerca la obra encuentro mucho más movimiento que la vez anterior. Está todo en ebullición –destaca Peña–. Hablando con otros colegas y gente de la industria, coinciden en que Miami se está convirtiendo en una de las ciudades más caras de Estados Unidos después de la pandemia. Mucha gente quiere venir a vivir acá”, dice Peña desde Wynwood, y compara el barrio con lo que “podría ser Williamsburg en Nueva York”.
Antes de la llegada del capitán de la selección argentina al Inter Miami, uno de los atractivos que tenían en consideración los inversores –además del crecimiento económico de esta ciudad y una escena cultural y artística en pleno auge– eran los impuestos que, según los empresarios consultados por LA NACION, son considerablemente más bajos que en estados como California o Nueva York. Hoy, el máximo responsable de este fenómeno es Messi, una especie de varita mágica con la que cualquier restaurante quisiera ser alcanzado.
“Todo lo que toca Messi quintuplica la facturación. El capitán de la selección va a terminar de poner a la gastronomía argentina en los más alto del mundo. Si la milanesa ya había ganado algún tipo de protagonismo en Miami, ahora es furor. Así con todo lo que a Lio le dan ganas de probar o pedir por delivery”, agrega Ilan Sitt, director de Sherpa, una consultora gastronómica que asesora a inversores y que tiene en su haber más de 50 proyectos realizados en esta ciudad.
Actualmente, Sitt y su equipo están ultimando detalles de varias aperturas, entre las que figuran los negocios de Piegari, Niño Gordo, Club de la Milanesa y Mostaza. También la cervecería Temple Bar, que abrió sus puertas en Wynwood hace apenas seis meses y que reúne a todos los fanáticos del fútbol cada vez que la selección disputa un partido.
En Temple sueñan con el día en que Lionel Messi vaya con sus hijos al local. “¡Ojalá! Nos encantaría que Messi pruebe nuestras hamburguesas. Convocamos a todos los fans de Messi y de Temple para que nos ayuden a hacer ese match y le llevamos el pedido a la casa. Sería espectacular. Es difícil pero ese tipo de cosas suceden el día menos esperado”, dice Juanchi Nielsen, uno de los cuatro socios dueños de la marca, que tiene 35 locales en la Argentina y una fábrica propia donde producen cerca de 150.000 litros de cerveza por mes.
De boom a estrategia país
“Detrás de cada argentino que emigra también hay alguien que lleva lo mejor de nuestra cultura a otro lugar. Wynwood, la nueva Little Argentina, es cultura –reflexiona Héctor Gatto, ex subsecretario de Políticas Gastronómicas de la Ciudad–. Creo que es un buen momento para aprovechar la figura de Messi, la persona más conocida del mundo, y unirla a la carne, a la parrilla y al bodegón típicos de nuestra cocina. Nuestro objetivo es que las tres estrellas que logramos en fútbol impacten en la gastronomía, que la comida argentina pueda levantar también una copa con Messi como símbolo”, propone Gatto.
Además de celebrar el boom de restaurantes argentinos en el exterior, Gatto mira un poco más allá y apunta a la construcción de una estrategia a largo plazo: “Solemos vivir de oleadas: ponemos una cancha de pádel, un foodtruck o ahora un restaurante en Miami. Lo que suele pasar con estos fenómenos es que el mercado se satura y después quedan algunos –plantea–. Es necesario tener una estrategia para evitar colapsar un lugar. Lo ideal es hacerlo de manera sostenida y continua, y pensar que es un negocio no solo para ese emprendedor en particular, sino para el país. Tres de cada cuatro cosas que exporta Argentina están relacionadas con la producción de alimentos, pero la mayoría de esas exportaciones que provienen de la agroindustria es alimento balanceado para animales, lo que se conoce como feed. Solo un sexto es comida para humanos, o food. Mi sueño es poder duplicar la exportación de food y que en cada plato de comida que se sirva en el mundo haya un producto argentino”.
Cuatro consultas por semana
La mayoría de los negocios gastronómicos que desarrolla la consultora Sherpa van desde los 80 hasta los 400 metros cuadrados, y tienen una facturación que parte desde los 1,5 millones de dólares hasta los 8 millones, en algunos casos. La rentabilidad promedio de un local gastronómico en Miami, dice Sitt, oscila entre el 15 y el 20 por ciento. “Hoy recibimos unas cuatro consultas por semana de marcas argentinas que quieren abrir acá. No importa que por año inauguren unos 50 restaurantes y que quizá sea demasiado para la población estable, que son alrededor de 6 millones de habitantes en Miami Dade. El turismo y la mayor cantidad de eventos de industrias como el entretenimiento, el arte, el real estate, la tecnología y ahora el deporte, con Messi como bandera, son un imán constante para nuevas inversiones”, sostiene Sitt.
El tiempo de desarrollo, explica el empresario, varía según las dimensiones del espacio y las condiciones del negocio. “Si se trabaja sobre un fondo de comercio existente, el proceso puede demorar un poco más de seis meses. Si se trata de un local que arranca de cero, para abrir un restaurante hay que pensar en unos 14 meses”, detalla. ¿La inversión? Nunca menos de 500.000 dólares. El único modelo de negocio que puede estar por debajo de eso son los bubble tea, pequeños puestos callejeros que sirven tés fríos e infusiones heladas, y algunas cafeterías. “De todas formas, es un tipo de negocio que en Miami tiene un techo, porque no es una ciudad de tráfico de gente sino de tráfico de autos, a diferencia de lo que sucede en lugares como Nueva York”, explica Sitt.
En cuanto al valor de los tickets promedio, un desayuno en Miami se paga alrededor de los 25 dólares, sin impuestos. Por un almuerzo, la gente paga unos 35 a 38 dólares, y si se trata de un ticket regular para una cena dependerá del nivel del restaurante, pero ronda entre los 60 y 80 dólares por comensal. “Los negocios acá tienen un piso de facturación de 1,2 millones de dólares, pero no tienen techo”, revela Sitt.
Hay marcas icónicas que facturan hasta 40 millones de dólares por año, asegura Sitt, y pone como ejemplo el caso del restaurante Gekko, de Bad Bunny, el cantante y productor musical de Puerto Rico.
Más que gastronomía
A pesar de que la mayoría de los argentinos que desembarcan en Wynwood lo hacen de la mano de locales gastronómicos, también hay otros que eligen hacerlo con tiendas de moda y diseño. Marcas como Jazmín Chebar, Ginebra, Rapsodia y El Camarín, entre otras, forman parte de la oferta fashionista del barrio, con tiendas multimarca como Simona, una de las que acaban de tener su opening. “Se está sintiendo un poco en todo, no solo gastronomía, sino también la moda. Es muy típico andar con ropa argentina por acá y que de repente te lleves un halago. Te miran y te preguntan: ‘¿Eso de dónde es?’”, cuenta Cufre, que también tuvo a su cargo el proyecto de Simona, una tienda que se define como “experimental boutique” ya que combinan moda y belleza (con servicios de peluquería, manicura y perfilados de cejas) en un mismo espacio.
Campeones del mundo y de América, la selección va por el bicampeonato continental el año que viene. La final se juega en Miami y no son pocos los que ya imaginan las calles de Wynwood como el epicentro de la celebración en caso de que la selección vuelva a festejar y levantar la copa. Es cierto: falta el Obelisco y la 9 de Julio, pero sobra pasión y buena gastronomía. El sello argentino en el que muchos eligen creer.